El efecto Cleland – Carlos Alberto Pérez

Opinión

Lo que sé de surf es que me gusta verlo sentado en la playa, disfrutando del viento y oleaje del mar, oyendo música de fondo y bebiendo una cerveza bien fría debajo de una sombrilla. En la adolescencia intenté subirme a la tabla, pero fue más el susto en mi primera ola, que mejor preferí nadar, y entre más bajito, mejor.

El deportista del momento en nuestro país es Alan Cleland Quiñonez, surfista tecomense, campeón mundial que por primera vez puso a México en el mapa olímpico de esta disciplina, y aunque no logró la presea, Alan es, quizás desde hace algún tiempo, uno de los deportistas mexicanos que más ha logrado inspirar en poco tiempo por su vibra, sencillez y personalidad.

Qué orgullo que junto con Alan el nombre de Colima, de Boca de Pascuales, se haya escuchado constantemente en los espacios deportivos, en las transmisiones en vivo, con portadas en los diarios locales y nacionales, y que el horario de sus competencias fueran tan esperados como el de un partido estelar de fútbol. Somos testigos de la construcción de una gran historia, que también habla de nuestro estado, y que apenas es el comienzo.

El efecto Cleland nos hizo sonreír, nos dio esperanza, nos transmitió alegría en cada aparición pública con una ola de humildad, un mensaje con vientos de libertad, una brisa de amor a la tierra, al pueblo, e incondicionalidad a la familia y a los amigos que le han visto crecer, siendo lo que hoy le ha puesto junto con su historia de vida en un lugar de admiración, referencia, que vale la pena seguir porque es una historia de éxito personal y familiar, fruto de la constancia y de demostrar que, cuando Dios te pone olas en la vida, lo que debes hacer es disfrutar surfear.

La oportunidad que nos regala Cleland a las y los colimenses es ponernos en el mapa mundial desde otra visión, la del deporte, la playa, la libertad, y no de aquello negativo que nos ha puesto en referencias que no vale la pena mencionar.

¿Qué sí se vale? Proyectar a Boca de Pascuales y a Tecomán como la cuna del surf nacional; se vale atraer competencias internacionales y apoyar a quienes seguirán los pasos de Alan y su papá, que han hecho del surf una forma de vida. El turismo deportivo, como nunca antes, es una gran oportunidad para Colima.

¿Qué no se vale? Que existan políticos que quieran colgarse méritos que no les corresponden, instituciones deportivas que presuman como propio un éxito que no les toca y, sobre todo, que después del efecto Cleland no decidan hacer algo positivo para proyectar a nuestro estado como se merece, y que esta gran ola que Alan nos ha dado se deje pasar.

Felicidades y muchas gracias, Alan Cleland Quiñonez; vendrán muchas olas olímpicas más.

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