Por: Alberto Llanes/Jennifer Estefanía Arreola Murguía
Aprovecharé el espacio que me da esta columna, para publicar una entrevista que me hizo mi alumna Jennifer Estefanía Arreola Murguía de sexto semestre de la carrera de Letras Hispanoamericanas de la Universidad de Colima, a quién invité, primero a leer mi libro «en vías de publicación», posterior a escribir la cuarta de forros y, por último a comentarlo dentro de la Feria Universitaria del Libro Altexto… resultado de ello, Jenny «como le digo de cariño», me hizo esta entrevista que considero especial y como pocas que me han hecho; la entrevista es un gran género literario por el cual podemos conocer más de fondo a una persona y aquí, Jenny, saca lo mejor «si es que tengo algo así, mejor, bueno o bonito» de un tal Alberto Llanes de cuyo nombre no quiero acordarme aunque, vaya, creo que ya lo hice y me acordé…
Semblanza del autor
José Alberto Llanes Castillo «1978» es un narrador y editor. Licenciado en Letras y Periodismo por la Universidad de Colima y egresado de la maestría en Literatura Hispanoamericana en la misma institución. Algunas de sus obras son: A la cuenta de diez, Greguerías de la A a la Zeta, Maicro Machines, De amor, muerte y moscas, De entre sueños y perversiones, La ruleta de la vida, Muertos en espera y otros cuentos, Una antología fúnebre: Los muchos rostros de la muerte, agenda mortal, A la cuenta de nueve, A la cuenta de diez, De prosas, fábulas, sueños, presagios y otras emociones y de Blanca, la paloma.
JENNIFER: Menciona usted en la contraportada de su libro, Blanca, la paloma, “[…] Llanes pretende llegar a otro público, el infantil-juvenil y deshacerse, aunque sea un poquito, de su fama de escritor perverso y erótico.” ¿Cuál fue el motivo de esta decisión?
ALBERTO: Desde hace mucho tiempo había querido, en mi pequeña obra, abordar el tema infantil-juvenil con un toque de humor, como me gusta escribir y como me gusta encontrarme historias que me provoquen risa, me gusta mucho la literatura con esta temática y, ahora que soy padre, he vivido de cerca esta maravilla que es ver crecer; sin darme cuenta yo mismo he crecido y he visto crecer a mis estudiantes. Sin embargo, escribirles, dejar huella en ellos/as, es también valioso, necesario; por eso di el brinco. No es fácil, es un público inteligente, exigente, sabio, capaz, que si le gustas «con lo que escribes» te lo dice, pero si no les gustas también te lo dicen, es un público sincero, honesto y en estos días, es un público que maneja la tecnología más y mejor que yo, y es, en definitiva, toda una aventura. Por eso me quise lanzar. He leído mucha literatura con este enfoque y no quería irme en blanco. Sin por lo menos, haberlo intentado.
J: ¿De dónde nace este libro?
A: El libro de Blanca, la paloma nace de la idea que me dejó mi tía para quien puede ser un homenaje. Como un ejercicio literario ella me dio tres pistas, claves y yo armé el resto, espero que esta historia sea del agrado del público y que vuele por muchas partes, por muchos ojos, por muchas personas. Que se adentre en las entrañas de las casas colimotas y no colimotas, vaya, que vuele y que salga del terruño, eso sería muy lindo para mi tía, para mí…
J: ¿Cuál es el mayor desafío al que se encontró como autor, entendiendo que usted es más leído por un público adulto, al escribir para un público infantil-juvenil?
A: El mayor reto es atrapar al público de esas edades, no es fácil, pero hay que intentarlo, como siempre digo, el no ya lo tenemos ganado, vamos por el sí y si a un niño o niña le gusta esta historia, creo que he puesto mi granito de arena y podría decir que lo intenté y lo volvería a intentar, a ver hasta dónde me lleva, nos lleva esta aventura literaria
J: Basándose en esta nueva experiencia como autor de literatura infantil ¿Volvería a hacerlo? ¿Por qué?
A: Sí, como dije, claro que lo volvería a hacer, lo voy a volver a hacer; de hecho, ya estoy trabajando en otro documento que se titulará: El extraño caso de la desaparición de los libros en la biblioteca central, una historia de amor, literatura, mucho rock and roll y calabazas aplastadas.
J: ¿Qué es lo que rescataría de su experiencia como autor en torno a este nuevo libro?
A: Definitivamente rescato el trabajar con las infancias, es necesario guiarles, orientarles en este mundo tecnológico y mira que no estoy para nada peleado con la tecnología «o a la mejor sí porque mi hijo maneja mi celular mejor que yo mismo» pero a lo que voy es en esta era de tanta tecnología, es necesario regresar a los básicos y el libro es uno de ellos, escribir a mano, leerles cuentos en la noche para dormir, pero leerles libros en la tarde para hacer la digestión y leerles siempre historias; en la mañana para desayunar y activar el cuerpo, el sistema, el organismo, llevarlos a librerías, bibliotecas, empaparles desde la primera infancia para que crezcan sanos y fuertes literariamente hablando. No hay que descuidar a las infancias.
J: ¿Cree que la labor literaria tiene un impacto en las infancias? ¿A qué alcance?
Creo que cada año salen cosas interesantes para niños/as, no se debería perder el sentido de escribir para ese público, nunca hay que abandonarlo, no sabemos el alcance tan mágico y maravilloso que da leer de la mano con ellos/as, guiarles, conducirles. Por cierto, mi hijo todavía recuerda con mucho cariño la historia de La gaviota y el gato negro que le enseñó a volar del gran escritor Luis Sepúlveda que le leí hace tres o cuatro años y tiene siete y se le grabó, algunas escenas; se la he vuelto a leer y duerme tranquilo, feliz, de saber que los animales, en esa historia, se ayudan y crean comunidad, eso es maravilloso.