Apuntes de Reportero / Edgar Torres
“Papá ¿me compras un refresco azul como el del muchacho?”, pegunta la niña ataviada con motivos navideños, mientras el papá se aproxima al estanquillo colocado muy cerca de las paletas en el jardín de Villa de Álvarez. “Esque tiene alcohol”, contesta la vendedora al sorprendido padre que acudió con toda su familia al festejo navideño convocado por el Ayuntamiento de Villa de Álvarez, pero que en esta ocasión no pensó en los pequeños de la casa, sino en el chupe, el alcohol, el vicio, la jarra, el cántaro, como guste usted llamarle.
El pasado mes de septiembre, la revista académica “Journal of Adolescent Health”, publicó un estudio en el que señala que los adolescentes cuyos padres bebían con regularidad tenían cuatro veces más probabilidades de beber ellos mismos. La fuerza del ejemplo, de lo que se ve, en definitiva influye tanto para buenos como para malos hábitos y el hecho de normalizar el consumo de sustancias a temprana edad, genera la percepción de que es bueno, que es normal.
Qué gran contraste el festival navideño del año pasado con el de este en La Villa. El de 2022 fue un festival para fotos en familia, para degustar en pleno jardín postres y antojitos. El de este año es una cantina con fiesta de espuma. El año pasado vimos la visita de la presidenta a los puestos de los emprendedores. Este año vimos a una presidenta recorriendo el jardín con una banda de música siguiéndola a todos lados, recordando a aquellos capos de antaño que, botella en mano, se apropiaban de las fiestas del pueblo y se hacían acompañar de los grupos musicales, mostrando así su poder y orgullo de ser los manda más. Qué daño tan grande a la imagen de la maestra.
Un estudio semiótico podría otorgarnos una impresionante interpretación al constatar que el lugar en el que cada semana se instala el señor de los yogurts es hoy ocupado por un estanquillo con barriles de cerveza. O que el lugar que el año pasado era ocupado por un puesto de crepas, hoy ofrece “caguamas” o cantaritos con bebidas preparadas. ¿Cuál es el mensaje?
Los comerciantes a la orilla
“¿Dónde compró sus esquites señora?”, pregunta una mujer a otra quien solamente observa puestos de bebidas a su alrededor como ocurría hace años en “El Pueblito” de la Feria de Colima, un lugar que sabíamos no era para niños por la venta de bebidas embriagantes y sus obvias consecuencias. “Allá, los mandaron a la avenida, por allá, como si fuera para el monumento a Manuel Álvarez”, contesta la mujer, “¿hasta allá, y eso?”, pregunta de nuevo confundida la visitante que trata de explicar que esperaba encontrar en el jardín a los comerciantes.
Y así, apartados, amontonados en un carril de la avenida principal, se ubican los artesanos, churreros, esquites, panes, postres, etc, que dan la impresión de haber sido relegados de la fiesta que se celebra metros más adelante, en donde los puestos de bebidas lucen sobrados de espacio, mientras que niños, señoras, señores, abuelas y curiosos se amontonan en un espacio reducido entre largas filas de marchantes que, no entienden cómo teniendo un amplio jardín, deben hacerse bolas en ese extremo del centro villalvarense.
Cuestionada al respecto, una de las comerciantes expresa no saber el por qué de este movimiento. Declara que usualmente vende sus productos en el jardín, pero para este evento la reubicaron.
Entren santos peregrinos
“Hola, ¿vendes también bebidas sin alcohol?”, pregunta un hombre de alrededor de 40 años a la joven vendedora que no debe tener más de 20 años y que ofrece cantaritos a un adulto que es acompañado de 4 adolescentes. Ella responde que también le puede vender alguna bebida sin alcohol, pero que mejor se espere porque está por llegar una botella con mezcal que contiene en su interior un “tamaño alacranzote”. En ese momento, el adulto al que acompañaban los menores degusta un caballito de alcohol, mientras que los menores se dicen entre sí que sigue uno o sigue otro, en parte serio, en parte en broma, con la sonrisa que refleja una real tentación.
¿Vio usted un nacimiento tradicional?, ¿lo invitaron a pedir posada?, ¿observó algún mensaje de paz y unidad? Yo tampoco. Aunque bueno, para algunos la cheve los une, para otros es un calvario que termina en pleitos y divorcios.
Me parece que los encargados de organizar el festejo navideño de este año en Villa de Álvarez, confundieron la gimnasia con la magnesia. Es importante contemplar en la planeación los valores y mensajes que se buscan promover y fortalecer, algo que parece no hicieron esta vez o lo hicieron mal.
La navidad se asocia con la familia, con los niños, con el amor, el respeto, la unidad; además de el dar, compartir, perdonar, rectificar. Es un error entonces mezclar una feria del mezcal con una festividad que se asocia de gran manera con la niñez, ¡por Dios!
También es un error mandar a un rincón los productos que son para una mayoría y dejar un amplio espacio para productos que de antemano sabemos no son los principal en un festejo familiar. El tema era arrinconar el alcohol , que se espera lo deguste una minoría cuando se convoca a las familias y maximizar la exposición de productos con una mayor cantidad de consumidores, ¡¿Pues qué tienen en la cabeza?!
En pocas palabras
Ojalá y puedan rectificar. Esperemos que tomen a bien los puntos de vista. Por muchos años La Villa ha luchado para sacudirse el estigma de ser una fiesta de borrachos….no haga un retroceso maestra, póngale cinco al que la hizo quedar mal con esto, déjeles de tarea investigar lo que significa “sentido común”, que le escriban un resumen y tres ejemplos.
Busca pies:
Mientras Tey se pasea como hacendada con la banda de música en el jardín principal, aunque falten dos meses para las fiestas de La Villa, Memo prepara el trineo y practica el “jo,jo,jo” como en su momento lo hiciera, según la tradición, San Nicolás llevando alegría a niños necesitados. El que entendió, entendió.